La novela breve está teniendo muy buena acogida entre las editoriales independientes, sobre todo en las especializadas en los géneros fantástico y terror. Una muestra de ello es Sangrario, la ópera prima del horrorista Andrés Abel, publicada hace apenas unos meses por Applehead Team dentro de su colección Temblores —una edición que incluye además unas magníficas ilustraciones de Mike Ratera—.
Sangrario es definida por su autor como «giallo lovecraftiano», sintagma más que acertado ya que tanto el maestro de Providence como el cine de terror son unas influencias más que notorias. Dejemos de lado a Lovecraft, es imposible no ver su legado en cualquier obra literaria de horror cósmico, pues quizá lo más llamativo de la novela es su estilo cinematográfico. Andrés Abel describe con la precisión de un plano detalle, como un detective giallesco que observa minuciosamente la escena del crimen sin perder de vista los aspectos más cruentos. Algunos capítulos parecen pinturas macabras repletas de gore y sexo —un sexo nada chabacano pero sí oscuro, como si a tal acto siempre le acompañase una sensación constante de peligro—.
Esas pinturas macabras se alternan con la acción, con el más puro survival horror. Los protagonistas se las tendrán que ver con las criaturas que pululan por Leoreine, un rascacielos, más bien una «colmena del horror», que es como una mezcla entre el edificio de La jungla de cristal y el hotel de The Birthday, muy malrollero y un tanto cronenbergriano.
A todo eso, se suma que también es una novela atrevida y experimental: los párrafos del revés o el uso de la sangría, simulando una especie de subida, hacen que el lector tenga que romper con la tradicional forma de leer para que él también se inquiete y participe en el relato, que no sea un mero receptor pasivo.
Tremendamente bizarra, Sangrario no deja indiferente a nadie y su lectura pretende ser toda una experiencia para quienes busquen sensaciones diferentes. Andrés Abel, en su primera novela, apuesta fuerte con un bestial relato de horror cósmico, arriesgado pero necesario, de lectura contemplativa, en un tiempo en el que más que nunca abunda la literatura de usar y tirar.
Como curiosidad final, la web de Sangrario incluye una lista de Spotify, a modo de BSO, con varias canciones que inspiraron el libro. Podéis acceder a ella a través de su web.